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Elche, la ciudad de los tres patrimonios

La capital ilicitana se revela como el gran oasis que viniste a buscar a la Costa Blanca. Viajamos en tiempos y espacio a través de Elche, la ciudad de los tres patrimonios

 

Hay ciudades capaces de englobar la historia de una cultura entera. Leer con los pies los secretos de sus calles, alzar la vista hacia palmeras centenarias o sucumbir al encanto intangible de ceremonias únicas. Una de esas ciudades es Elche, antiguo oasis convertido hoy en una suma de todos sus capítulos y culturas.

 

Considerada como una de las pocas ciudades con tres patrimonio de la Unesco diferentes, Elche invita a perderse entre sus secretos y palmeras como mejor atajo a otras épocas.

 

Visitamos Elche a través de sus tres patrimonios principales.


El Palmeral 

"Oh palma! Tú eres, como yo, extranjera en Occidente, alejada de tu patria." Con este cortísimo poema se refirió una vez Abderramán I a una de las palmeras de Elche, árbol milenario que encierra gran parte de la historia de la ciudad alicantina. Los iberos ya rendían culto a este árbol, pero serían los egipcios, expertos en doblegar al Nilo, quienes abrieron la veda. Posteriormente, los musulmanes decidieron trasladar la ciudad de la Alcudia a un punto más bajo en el que ampliaron el palmeral inicial hasta convertirlo en un referente ganadero e histórico. 

Diez siglos después, El Palmeral de Elche es considerado como el palmeral más grande de Europa con más de 200.000 ejemplares, cifra tan solo superada por algunos oasis de Oriente Medio. De hecho, muchas de las palmeras ilicitanas comparten genes con las de Irán, entre otros países. Cuna del cultivo del dátil en la Edad Media y perfecto lienzo urbano para el sistema de acequias implementado por los musulmanes, el Palmeral fue designado Patrimonio de la Humanidad en el año 2000 y puede ser descubierto a través de sus principales áreas: el Hort de Baix, el Hort del Xocolater pero, especialmente, el Huerto del Cura, espacio botánico cuyo nombre hace referencia al dueño del jardín a principios de los XX. Una fantasía frutal donde naranjos e higueras bailan alrededor del gran orgullo del palmeral: una palmera imperial de más de 300 años. La historia, a veces, es vertical.



 

El Misteri d'Elx 

En el siglo XVI, el famoso Concilio de Trento se propuso definir la doctrina católica reforzando sus normas. Y una de ellas fue la prohibición de celebrar representaciones teatrales en el interior de las iglesias. Excepto en Elche. El papa Urbano VIII emitió un permiso al pueblo de Elche en 1632 permitiendo continuar con el Misterio de Elche (Misteri d'Elx), una representación litúrgica cuyo mayor logro consiste en haber sobrevivido a los caprichos de la historia desde la Edad Media. 

Celebrado cada 14 y 15 de agosto en la Basílica de Santa María, el Misteri d'Elx aborda la muerte, Asunción y Coronación de la Virgen. El perfecto reflejo de la tradición medieval a través de diferentes escenas regidas por un texto en valenciano y ciertas partes en latín marcadas por dos planos: una escena horizontal ubicada en la Tierra, y una vertical que transporta a la órbita más espiritual. Un viaje bidimensional que cada año reúne a cientos de voluntarios que van desde actores hasta cantantes y poetas. 

Son muchas las teorías del origen de El Misteri: algunos lo ubican en el destierro de los musulmanes a manos de los católicos en el siglo XIII, y otros en el descubrimiento de una imagen de la Virgen entre barcas y pescadores en la cercana Santa Pola. Pero todos coinciden en que algún momento de la Edad Media supuso el inicio de este drama sacro designado como Patrimonio Cultural e Inmaterial por la Unesco en el año 2001.



 

El Museo Escolar de Pusol 

Transmitir el tratamiento de la tierra y el medio natural de generación en generación es un valor importante, pero en ocasiones descuidado por nuevas prioridades. El Museo Escolar de Pusol es uno de esos lugares encargados de perpetuar la esencia del Campo de Elche en el tiempo. Una tarea ardua condecorada con el designio de Salvación del Patrimonio Intangible por la Unesco en 2009. 

Nacido en 1969, este museo didáctico permite a los estudiantes investigar el patrimonio ilicitano a través de 770 archivos orales, exposiciones y charlas, además de instalaciones que evocan el estilo de vida de los ganaderos y agrícolas de la ciudad de Elche. Una buena forma de asomarse al pasado y descubrir toda la riqueza de este oasis milenario.



 

Qué ver en Elche más allá de la Unesco 

Los tres patrimonios Unesco de Elche suponen la perfecta guía para iniciarse en la ciudad ilicitana, pero hay mucho más: en el parque arqueológico de L' Alcúdia se sigue el rastro del otro gran icono de Elche, la Dama de Elche, pieza universal del arte íbero; en sus restaurantes se despliega con orgullo platos de su famoso arroz con costra (topado de huevo y cocinado al horno); y el MAHE, o Museo Arqueológico y de Historia de Elche, permite seguir explorando los misterios del pasado.

 

¿En busca de un final azul? Nada mejor que dejarse caer por las playas de Elche, desde los chiringuitos del Carabassí, los pinos en la arena de La Marina o los más de 3 kilómetros de playa en los Arenales del Sol.


 

La gastronomía, cultura e historia de Elche dibujan un mapa sensorial en el que es fácil perderse. Cuando lo hagas, mira al cielo. Sus palmeras seguirán ahí para devolverte al presente. 



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