La Costa Blanca es conocida por su diversidad gastronómica, una combinación perfecta de tradición y creatividad culinaria. Aunque muchos asocian esta región con los sabores frescos del verano, el invierno trae consigo platos que destacan por su carácter reconfortante y auténtico. Desde guisos hasta dulces tradicionales, los sabores de esta época del año reflejan la riqueza cultural y la variedad de productos de la provincia de Alicante. A continuación, te invitamos a descubrir algunos de los imprescindibles para disfrutar en esta temporada.
Guisos tradicionales: olleta alicantina
Uno de los platos más emblemáticos del invierno en la Costa Blanca es la olleta alicantina, un guiso nutritivo y lleno de sabor que combina legumbres, verduras y carne. Este plato, que varía ligeramente según la zona, suele incluir alubias, arroz, calabaza, acelgas y un toque de embutidos locales como la morcilla. La olleta es el resultado de una cocina humilde pero ingeniosa, ideal para combatir el frío y disfrutar de una comida tradicional en buena compañía.
En los restaurantes de interior, como en Alcoy o Cocentaina, es común encontrar variantes que añaden especias y hierbas autóctonas, lo que eleva el plato a una experiencia gastronómica única. No dudes en acompañarlo con un buen vino tinto de la región para culminar la experiencia.

Caldero
El caldero es un plato muy popular en la Costa Blanca. Este guiso marinero tiene como protagonista al arroz, que se cocina con el caldo de pescado fresco y especias como el azafrán. Suele servirse en dos partes: primero, el pescado desmenuzado con un alioli casero y, después, el arroz impregnado de todos los sabores del mar.
Si visitas localidades costeras como Villajoyosa, El Campello, Santa Pola o la isla de Tabarca, el caldero es una opción perfecta para degustar el legado culinario de los pescadores de la zona. Este plato, además, es ideal para compartir y disfrutar en un ambiente relajado junto al mar.

Otros imprescindibles: cocido con pelotas
El cocido con pelotas es otra de las joyas culinarias del invierno en la Costa Blanca. Este plato combina un caldo sabroso con pelotas de carne, elaboradas a base de carne picada, pan rallado, especias y huevo. Este guiso es tradicionalmente servido en celebraciones familiares, especialmente durante la Navidad, ya que es ideal para compartir y reconfortar en los días fríos.
El caldo se cocina lentamente con garbanzos, verduras como zanahorias y patatas, y cortes de carne que intensifican su sabor. Las pelotas, por su parte, aportan una textura tierna y un toque especiado que convierten al cocido en una experiencia inolvidable. En localidades de la Vega Baja, se pueden encontrar restaurantes que aún siguen recetas tradicionales transmitidas de generación en generación.

Arroz con conejo y caracoles
El arroz con conejo y caracoles es uno de los platos más emblemáticos del invierno en la Costa Blanca. Esta receta, típica de muchas localidades del interior, destaca por su sabor auténtico y su preparación tradicional. En municipios como Aspe, Pinoso o Villena, este arroz se cocina al sarmiento, lo que le aporta un aroma ahumado único que lo convierte en una experiencia culinaria inigualable. El uso de ingredientes locales, como el conejo de monte, los caracoles y el arroz de la tierra, aseguran un plato lleno de tradición y carácter.

Gazpachos
Los gazpachos de Castalla son otro referente gastronómico de la zona. Aunque su nombre pueda confundir a los no iniciados, estos gazpachos no tienen nada que ver con la versión fría andaluza. Se trata de un guiso contundente, cocinado con carnes de caza, tortas de pan ácimo y una mezcla de hierbas aromáticas que le otorgan un sabor inconfundible. Este plato es ideal para combatir el frío invernal y disfrutar de una comida que fusiona tradición, sabor y calor de hogar.

Dulces de invierno: turrón de Jijona y pasteles de boniato
La gastronomía de la Costa Blanca no sería la misma sin sus famosos dulces navideños. El turrón de Jijona, con su textura suave y cremosa, es un clásico que no puede faltar en ninguna mesa durante el invierno. Elaborado con almendras de alta calidad y miel, este dulce no solo es delicioso, sino también un ejemplo de la tradición artesanal que caracteriza a la provincia.
Por otro lado, los pasteles de boniato son una delicia menos conocida pero igual de imprescindible. Estos pequeños pastelitos, rellenos de un dulce de boniato especiado, se preparan especialmente durante las fiestas y son perfectos para acompañar un café o un licor dulce después de una comida.